El sistema único y dinámico del sherry: Soleras y Criaderas


Los vinos de Jerez son únicos en todo el mundo. La versatilidad de la uva palomino fino (la principal del Marco) así como su combinación con la frescura de la moscatel o la pedro ximénez dan lugar a grandes vinos, ideales para maridar con cualquier tipo de plato. Pero si hay algo en lo que se caracteriza el sherry es en su crianza bajo el sistema dinámico de criaderas y soleras. Frente al rigidez de las añadas, este sistema de crianza y envejecimiento logra que nazcan vinos con una homogeneidad en sus olores, colores y sabores, que pueden ir desde los 5 hasta los 100 años de crianza.

Para comprender el sistema de soleras y criaderas, imaginemos una andana de botas. Pensemos que esa andana está compuesta, por ejemplo, por tres filas de botas, unas encimas de otras, componiendo diferentes escalas del vino. En la siguiente fotografía, podremos verlo mucho mejor.

Las botas normalmente tienen una capacidad entre 500 y 600 litros, aunque no están llenas en su totalidad. Tienen 1/5 aproximadamente vacío para que el vino respire. No podemos olvidar que se tratan de botas de roble americano, una madera que respira bastante bien y que permite las mejores condiciones para la crianza de estos vinos.

Las botas tradicionalmente situadas en vertical, de abajo arriba se sitúan por escalas: Solera, 1ª Criadera, 2ª Criadera, 3ª Criadera, y así sucesivamente. De mayor a menor número de años de crianza. Así, si un vino tiene solera y cuatro criaderas, la cuarta criadera será la que contenga el vino más joven y la primera criadera tendrá el vino más criado solo superado en tiempo de crianza por la solera. El número de años de crianza lo marca cada bodega en cada una de sus marcas. Todos los sherry tienen una solera y un número determinado de criaderas.

Bodega de Delgado Zuleta, en Sanlúcar de Barrameda.

Pero para poder ser más claro, vamos a iniciar esta explicación por el final. Cuando realizamos una saca del vino para embotellarlo, será siempre desde la Solera. La Solera es la hilera de botas que tradicionalmente está más cercana al suelo, de ahí su nombre. Además, como las botas del Jerez estaban tradicionalmente sobre albero, la Solera era la bota más fresca, y por ende en la que mejores condiciones se encuentra. Actualmente muchas son las bodegas que utilizan sistemas de última tecnología para adecuar la temperatura de las botas, aunque aún quedan algunas que siguen regando el albero. La Solera es la bota del vino terminado, con el número de años de envejecimiento que se deseen, al menos tres, y con las características que se busquen. La Solera por tanto es la escala con el vino más envejecido. De ahí se saca el dicho jerezano de ‘Cuánta Solera tiene…’ refiriéndonos a algo que redondo y con un potente sabor añejo, como los vinos de Jerez. Dependiendo si son de crianza biológica, oxidativa, combinada o un coupage con vinos dulces serán de una tipología u otra.

La saca que se realiza siempre es un tercio del vino de la bota de solera. Ese tercio puede ser dividido en las múltiples sacas que se realicen durante el año, pero tan solo debe sacarse un tercio de la solera de cada bota. El vacío que deja la bota de Solera se llena con vino de la 1º Criadera. De esta se extrae un tercio y se llena la Solera. De la misma forma, la 1º Criadera se llena de vino de un tercio de jerez de la 2ª criadera y así sucesivamente hasta llegar a la última criadera también denominada ‘Sobretablas’. El proceso de llenar las botas de criadera a criadera se le denomina rocío. En la última criadera, que puede ser la 4ª, la 6ª o la 10ª, entra el vino más joven tras ser fermentado y encabezado a 15 grados de alcohol vínico en el caso de los vinos de crianza biológica o 17 grados en el caso de la crianza oxidativa.

Aunque tradicionalmente el sistema de soleras y criaderas es un sistema vertical, actualmente hay bodegas que crían sus vinos con este sistema de manera horizontal. Es decir, toda una hilera de botas serán la Solera, otra hilera de botas serán la 1ª Criadera, y así sucesivamente. Es el caso, por ejemplo, de la Bodega Valdespino con su Fino Inocente que se cría en 10 criaderas y 1 solera. Es inviable situar más de cinco botas en vertical, ya que el peso acabaría con la bota de más abajo.

Este sistema de soleras y criaderas se realiza actualmente de manera tecnológica, sin apenas manipulación de los operarios de bodega. Pero antiguamente, era un proceso más laborioso, ya que había que ir bota por bota sacando con un bastón de saca y llenándolo con tres objetos prácticamente obsoletos de las faenas bodegueras. Las jarras (que sí son más utilizadas actualmente), el rociador y la canoa.

Los vinos se sacaban con un bastón de saca, o una goma aspirada para poder ir llenando cada una de las botas tras las sacas. La cantidad se calculaba a través de las jarras. En cada jarra cabe una arroba, que en el lenguaje bodeguero son 16 litros. Para los rocíos de las botas se utilizaban también las jarras, la canoa y el rociador. El rociador es un palo metálico alargado, taponado al final y perforado con pequeños boquetitos en sus laterales. El rociador se introducía por el bojo, que es el agujero superior de la barriga de la bota. Este rociador llegaba hasta prácticamente la mitad de la bota. Unido al rociador estaba la canoa, un objeto con la forma de canoa que hacía de embudo para el llenar las botas. Finalmente el sherry se depositaba en la canoa a través de las jarras y gracias al rociador, el vino iba llenando paulatinamente desde el propio líquido sin afectar a la tranquilidad del mismo ya en la bota. Esto lograba que el velo de flor, en el caso de la crianza biológica no sufriera el trasiego de las sacas y los rocíos.

El sistema de soleras y criaderas, capaz de lograr grandes joyas de la viticultura como son los vinos de Jerez.


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