Antonio Doblas es un autor de vinos. Un enólogo y bodeguero apasionado de Moriles. De los que han vivido toda su vida en torno a viñas, botas y venencias.
Antonio Doblas es un enamorado de sus vinos, a los que da su una personalidad muy especial. Porque él disfruta con intensidad el trabajo de bodega cada día. Es de los que vive en sus cascos y solo acude a casa para dormir. Y le viene de familia, porque es la tercera generación de bodegueros. Su padre y su abuelo ya lo fueron. Y él tenía muy claro desde joven cuál iba a ser su camino. En su andadura le acompaña su mujer, Lola. También de familia bodeguera siendo asimismo la tercera generación entre vinos de Moriles. Una prueba más de que la pasión y el entusiasmo en las bodegas tiene mucho que ver para criar vinos buenos y únicos como los de Bodegas Doblas.
El pasado sábado tuve la oportunidad de conocer en profundidad y de la mano de sus fundadores (Antonio y Lola) la Bodega Doblas. Doblas es una pequeña bodega situada en pleno corazón de Moriles. Su alma mater es Antonio Doblas, quien cuenta con viveza cada uno de los pasos dados con su bodega. Él y su mujer se hicieron con la actual ubicación en el año 2000 creando todo lo que tienen ahora. La fachada moderna y elegante da paso a un patio delantero donde en el mes de septiembre se monta una bien conseguida planta de vendimia. Allí mismo tienen el peso (para los camiones que transportan la uva) y ubican la maquinaria necesaria para despalillar, seleccionar la uva y prensarla con una prensa neumática. Su vendimia se realiza en los viñedos que poseen en Moriles Altos – la mejor zona de uva de la D.O. Montilla Moriles. Y también en otros viñedos de viticultores de la zona, a los que compran la uva primando la calidad. Un rasgo característico de Bodegas Doblas es que la uva – pedro ximénez – es transportada en cajas. Cajas que una vez descargadas son lavadas y desinfectadas para volver al viñedo. Y es Antonio Doblas quien dirige la vendimia. Cuándo tiene que vendimiarse qué viñas y cuánta cantidad. Separando los viñedos por rasgos similares para obtener vinos distinguidos.
Esta digamos planta de vendimia tiene dos amplias salas anexas al citado patio de bienvenida. Entrando a mano izquierda, se encuentra una pequeña sala de techos altos donde se encuentran los depósitos de fermentación con temperatura controlada. Grandes depósitos de 50.000 litros que sirven para fermentar los blancos de Doblas. También tiene un tanque más pequeño, de unos 15.000 litros donde se fermentan los vinos de color. A la derecha del patio se encuentra otra de las salas donde está la prensa neumática y toda la maquinaria necesaria para el tiempo de vendimia. Y subiendo por unas escaleras en esa misma sala de techos altos, accederemos a la planta alta donde se encuentran las bocas de las vasijas donde cría el blanco de crianza de Bodegas Doblas. Destapando una de ellas pudimos contemplar el ancho velo de flor que cubría toda la superficie. Una belleza enológica de la D.O. Montilla Moriles. Antonio tomó la venencia y con respeto la hundió en el velo de aquella vasija para después con elegancia servir el vino en los catavinos que sostenía. Este primer vino es lo que en pocos meses se convertirá en Envero, el vino de tinaja de Bodegas Doblas. Un vino fresco, agradable pero lleno de personalidad con un retrogusto amargo muy característico.
Bodegas Doblas tiene dos cascos de bodega con unas 800 botas de roble americano que crían mayoritariamente vinos de crianza biológica, su verdadera especialidad. Y tiene tantas joyas que me es casi imposible no detenerme al menos brevemente para contarlas. Lo primero que pudimos probar de la primera bodega – también llamada la bodega vieja – es su vino en rama. Un vino de crianza biológica con unos 2-3 años de media que cría en estática y se rocía para conservar su flor. Un vino extraordinario con poca acidez pero con una profundidad y una redondez marcada pese a su juventud. Un vino turbio y con algunos restos de su velo de flor en el vino. Una verdadera joya de la bota a la copa. Algo que debería conservar Montilla Moriles ya que los vinos en rama son la verdadera esencia del vino que bebemos en la Denominación de Origen. Muestra toda su expresión en color, nariz y en boca. Espero que aquellos que defienden que todos los vinos tienen que filtrarse y ser brillantes reflexionen y no nos quiten la posibilidad de disfrutar vinos como los que defiende Antonio Doblas. Quien además mantiene sus vinos con el ph tal y como es de la uva y de la bota. Y ello destaca en la baja acidez de cada uno de sus vinos.
En la bodega vieja también pudimos probar otros vinos de crianza biológica. Como el Solera Fina de la Bodega. Un fino de unos seis años de crianza bajo el sistema de solera y criaderas que está espectacular. En nariz y en boca es todo sabor a levadura, muy seco y redondo. Un gran vino para maridarlo con lo que apetezca. Porque marida con todo. Pero, más allá de estas ya verdadera joyas enológicas, Antonio Doblas guarda en la bodega vieja cuatro botas espectaculares. También de crianza biológica. Dos de ellas, llevan siete años de crianza estática, muy poco rociadas, coincidiendo con el nacimiento de sus dos hijos: Antonio y Francisco. Y aunque estén una al lado de la otra y tengan la misma crianza y el mismo tiempo, son vinos completamente diferentes. Junto a estas botas, tienen otra que es, por así decirlo, su marca familiar. Una bota de su abuelo a la que llaman de los tres gritos. Un vino biológico ya de una tonalidad oro viejo que es realmente extraordinario. Incluso mejor que este, es otro vino de crianza biológica – que guarda en tan solo una bota – que da a probar solo el día de Nochebuena a una hora muy concreta.
También tuve el honor de probarlo. Su sapidez es redonda y está en el filo entre el fino y el amontillado. Sin duda, otra joya que ha sabido conservar en el tiempo Antonio Doblas, gracias a su pasión por sus vinos de Moriles. En esta bodega vieja también tiene dos grandes amontillados de los que os contaré en unos minutos. Pero antes, me detendré en una bodega trasera que ‘se inventó’ Antonio Doblas cubriendo una parcela a la trasera de la bodega. Allí, encima de las botas de vino en rama guarda medias botas de amontillado. Un amontillado de unos 15 años de crianza muy bueno. Subido a una escalera, Antonio demostró una vez su destreza con la venencia para servir unas copas de amontillado. Tiene un color ámbar claro y aunque posee claros recuerdos a su crianza biológica es un amontillado redondo. En aquella bodega también envejece algunos tintos en pocas y pequeñas botas de roble francés y americano.
Antes de volver a la bodega vieja, subiendo por una escalera llegamos a la primera planta donde encontramos una sala de visitas – o de catas, donde pueden celebrarse almuerzos. Llama la atención un gran ventanal donde poder observar en altura la bodega vieja. Volviendo a la misma, Antonio y Lola nos enseñaron un artilugio creado por el propio Antonio. Una herramienta de bodega que más allá que dejarla de adorno o recuerdo, la ha convertido en una mesa camarera con ruedas para transportar lo que haga falta por la bodega. Sin duda, una idea genial. Y allí, después de un recorrido fascinante por la crianza biológica y habiendo probado un amontillado de 15 años, Antonio Doblas nos da a probar un amontillado de unos 25 años – lo que en Jerez conoceríamos como un VOS – sencillamente espectacular. Pese a su tonalidad ámbar, tanto su nariz como su boca da cuenta de su larga crianza. Este amontillado es conocido en el mercado y se llama Amontillado Doblas, viejas soleras.
La cata finalizó por lo que puedo denominar la joya de la corona. Bodegas Doblas guarda el amontillado de más de 20 años en unas botas algo más pequeñas al fondo de una de las calles de la bodega. Pues la última de esas botas, esconde un amontillado con una edad media muy superior. En torno a unos 80 años de crianza. Un amontillado ya de una tonalidad caoba, que es todo aroma y sabor. De los que te lees un libro completo oliéndolo sin haberlo probado. Un amontillado que en pocos minutos había inundado aquel espacio de la bodega de su olor. Un espectáculo maravilloso cuidado con mimo por un gran bodeguero.
En definitiva, Bodegas Doblas es una bodega de vinos de autor. Únicos y personales y muy especiales. Desde el más joven, al más viejo. Vinos que dan cuenta de todas las bondades que nos ofrece Moriles. Y Antonio Doblas sabe hacerlos. Porque tiene el ingrediente fundamental. La pasión. La pasión por Moriles. Por su esencia. Por sus vinos. Y su pureza. Y así, nos hace felices a quienes tenemos la suerte de probarlos.